¿Estás preparado para el fenómeno froogan?

Hace menos de cinco años que Nicholas Carr publicó ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales, y ya es un clásico. Básicamente, sus conclusiones son que al dividir nuestra atención, multiplicando las interrupciones, tendemos a procesar la información de forma más automática, menos rigurosa. Cualquier buen post que se precie debe tener un mínimo de links que permitan al lector ampliar la información, eso es de primero de blogging, pero según los estudios de Carr, a mayor número de links, menor capacidad comprensiva del lector. Tal y como titulaban la mayor parte de las reseñas de su libro, podemos resumir su tesis en que Internet nos está volviendo estúpidos.

Como de costumbre, esto no tiene que ver sólo con la tecnología. Se entremezcla también, y sobre todo, con el modelo de negocio de la creación de contenidos online. Y así aparece el clickbait, o la búsqueda «descarada» de clicks a través de titulares que nos prometen una lectura sencilla y amena, o un contenido jugoso y sensacionalista que, en la mayoría de los casos, ni siquiera existe. Da lo mismo, porque para llegar hasta él ya has visto todos los anuncios que el medio necesita para subsistir económicamente. Eh, no les culpes a ellos. Somos nosotros quienes seguimos pinchando.

Pero lo de vender humo no es exclusivo del medio online. A ver si ahora vamos a ser nosotros quienes inventamos al cool hunter, esa figura que busca tendencias en su estado más incipiente para que agencias, medios y marcas estén preparados el día de su advenimiento. ¿Busca tendencias, o las crea?

Photo Credit: Pedrojperez via morgueFile

Este 2014 que acaba de dejarnos ha sido el año del normcore. Quizá no se han enterado, porque la grandiosidad del normcore es precisamente la de lo corriente, lo que pasa desapercibido. Por favor, una ovación para los genios que decidieron que no tener tribu urbana era una tribu urbana. Y que, no contentos con eso, cuando habían conseguido vendérsela a todas las grandes cabeceras seis meses después, todavía se tiraban de los pelos porque «les habían entendido mal«. Las marcas, los bloggers, los instagrammers, los medios no sólo de moda sino musicales (ay, las Haim, qué gran momento para debutar), todos se lanzaron a la piscina a reivindicar la «ropa de marca blanca», la cara lavada y las melenas sin peinar. ¿Cómo no iban a intentarlo? Muchos de ellos se habrían encontrado con el fenómeno hipster a pie cambiado y no querrían volver a encontrarse descolgados cuando la gran tribu urbana de los 2010s monopolizase todos los aspectos de la vida cultural: la música, la moda, la literatura, el cine, el arte

Arrancamos 2015 huérfanos de tendencia. Lo hipster está en declive y lo normcore no ha cuajado del todo (quizá tenga algo que ver con que no hay mucho que comprar para ser normal. Así no hay quien lleve una tendencia a las primeras filas mediáticas). Afortunadamente, ya podemos comprobar si estamos listos para formar parte de la siguiente ola. ¿Eres froog o noog? Asegúrate de hacer el test antes de seguir leyendo, quizá tú mismo seas un froogan y ni siquiera lo supieras…

Photo Credit: Pedrojperez via morgueFile

Pero, ¿en qué consiste exactamente un froogan? ¿Se puede definir a alguien en función de cuántos colores tiene lo que lleva puesto, qué clase de bebidas prefiere, su actitud ante la lectura, o su tibio posicionamiento político? Urban Dictionary, la biblia para entender a los jóvenes trendy angloparlantes, nos da la respuesta. Y, por si les queda alguna duda, la respuesta es SÍ. Es lo que venimos haciendo constantemente. Buscamos algo con lo que pueda identificarse el nicho, y se lo devolvemos convertido en identidad de grupo. ¿Que los adolescentes tienen las hormonas a flor de piel y poca experiencia para haber desarrollado la inteligencia emocional? Pues les llamamos emos. ¿Que los hijos del baby boom se encuentran con un mundo que no es capaz de absorber las expectativas que les hemos creado? Pues decimos que «la generación X es cínica». ¿Que la prolongación de la jornada laboral y la necesidad de que ambos progenitores tengan un empleo remunerado hacen que nuestros hijos pasen más tiempo enganchados a la pantalla? Les llamamos nativos digitales y decimos que su cerebro funciona diferente. Y nos quedamos satisfechos.

Desde la aparición de la categoría de «jóvenes» como nicho de consumo en los 50, marketinianos, sociólogos y otros bichos seguimos empeñándonos en encontrar la etiqueta perfecta que definirá a la microgeneración que viene. Mirando a todas partes menos en una dirección: la suya. Quizá tenga que ser precisamente Buzzfeed, a quien tanto culpamos de estarnos volviendo estúpidos, quien nos demuestre hasta qué punto lo está consiguiendo.

[Photo credit imagen cabecera: PedrojPerez via MorgueFile]

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